Por: Ermelinda y Franco Cidonelli (Alleanza di famiglie)
Ā”Es navidad! JesĆŗs vino al mundo, y sigue viniendo y no se cansa de buscar un lugar en cada corazĆ³n y en cada familia.
ĀæHay lugar para Ćl en tu vida y en tu familia?
Ā”Es navidad! En la oscuridad y el silencio de la noche resuena un anuncio de alegrĆa y de esperanza. Por este mundo sumergido en tinieblas, por cada hombre, por nosotras las familias que, tal vez, estamos hundidas en las tinieblas de la confusiĆ³n y de la desesperaciĆ³n, que experimentamos el silencio generado por el cansancio de las incomprensiones y de las expectativas no cumplidas, un silencio que trae cerrazones, desconfianzas y desesperaciĆ³n, para cada hombre que vive el silencio de la Ā«nocheĀ», el anuncio del Evangelio quiere resonar con fuerza: Ā«Hoy ha nacido ‘para ustedes’ el SalvadorĀ».
SĆ, a nosotras las familias frĆ”giles que seguimos experimentando la incapacidad de amarnos y de amar, a nosotras las familias pobres, no de bienes materiales sino de perdĆ³n, de ternura y de paciencia, que tal vez querrĆamos ofrecerlo todo y no tenemos, a veces, nada bueno que dar, el Evangelio nos recuerda como a los pastores: no tener miedo.
No temer, el Rey del universo no se avergĆ¼enza de venir y quedarse en nuestro pobre Ā«pesebreĀ».
Es Navidad; si estamos dispuestos a acoger a JesĆŗs, Ā«Luz del mundoĀ», incluso nuestro hogar se llenarĆ” de luz, una luz que no se apagarĆ” una vez pasadas las fiestas.
Ā”Es navidad! AlĆ©grate familia, por muy oscura, pobre o frĆ”gil que estĆ©s, para ti nace el Salvador, que trae luz, paz y toda riqueza.
Oremos
Maranatha, ven SeƱor y permĆtenos acogerte hoy y siempre en nuestro cĆ³nyuge, en nuestros hijos, en cada hermano, especialmente cuando los vemos frĆ”giles como un niƱo y pobres (incapaces de gestos de amor), sĆ³lo necesitados de ser acogidos. Ven SeƱor y haz resplandecer tu luz en nuestros corazones y en nuestras familias, para que cada hombre vea tu luz y tu salvaciĆ³n llegue a cada hombre.
Ā”Feliz Navidad!
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Jn 1, 1-18
šš²š¶š¦š š²š¶š¦ š¦š“ šš¢ šš¢šš¢š£š³š¢ š“š¦ š©šŖš»š° š©š°š®š£š³š¦ šŗ š©š¢š£šŖšµĆ³ š¦šÆšµš³š¦ šÆš°š“š°šµš³š°š“.
ā Del santo Evangelio segĆŗn san Juan.En el principio ya existĆa aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio Ć©l estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por Ć©l y sin Ć©l nada empezĆ³ de cuanto existe. Ćl era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Ć©l. Ćl no era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo habĆa sido hecho por Ć©l y, sin embargo, el mundo no lo conociĆ³.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concediĆ³ poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitĆ³ entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a UnigĆ©nito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de Ć©l, clamando: Ā«A Ć©ste me referĆa cuando dije: ‘El que viene despuĆ©s de mĆ, tiene precedencia sobre mĆ, porque ya existĆa antes que yo’Ā». De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de MoisĆ©s, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamĆ”s. El Hijo unigĆ©nito, que estĆ” en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.
Palabra del SeƱor.