Por: Rosa María y Giorgio Middione (Alleanza di famiglie).
La palabra de hoy habla de la relación de amor eterno e indisoluble entre Dios y cada uno de nosotros, sus hijos, ovejas confiadas al buen pastor. Con el evangelio de este domingo, el Señor quiere «recordarnos» que «el buen pastor da su vida por las ovejas» porque las ama y el amor es el gran mandamiento que nos ha dejado. El texto del evangelio prosigue: «Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre», para indicar que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios porque por el Señor somos un bien valioso, el más preciado. Todos estamos «llamados» al amor, del mismo modo que Cristo nos enseñó precisamente con su vida.
Con el matrimonio, este «llamado al amor» se amplifica. Los esposos están llamados a vivir en su relación conyugal la misma totalidad del amor de Jesucristo: «maridos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella» (Ef 5, 25). El esponsal debe ser un amor para vivirlo «en la alegría y en el pena, en la salud y en la enfermedad, todos los días de la vida»; un amor encarnado, un amor entregado y dispuesto al sacrificio como el de Jesús. Pero los esposos, a imitación del amor de Cristo, ¿estamos realmente dispuestos a amar a nuestro cónyuge más que a nuestra propia vida?
El día de nuestra boda, Dios nos confió a nuestro cónyuge para que pudiéramos cuidarlo para protegerlo y custodiarlo. ¿Somos verdaderamente conscientes de lo precioso que es nuestro cónyuge para nosotros?
Recordemos siempre que el amor es gratuito, el amor no pide respuesta, el amor ya no se busca a sí mismo, sino el bien del amado; el verdadero amor se convierte en renuncia y está dispuesto al sacrificio, más aún, a menudo lo busca, incluso en el silencio, en las palabras no dichas, en los gestos hechos en secreto, sin buscar la aprobación o, peor aún, el agradecimiento.
¿Demostramos a nuestro esposo/esposa cuán importante es para nosotros, precioso a nuestros ojos, indispensable para nuestro camino de santidad, así como el pastor es indispensable para sus ovejas y las ovejas son indispensables para el Pastor? Este es el punto crucial, el centro de la palabra de hoy. ¿Tenemos dentro de nosotros ese amor grande e inconmensurable que «todo custodio debe tener por el bien custodiado»?
Jesús, nuestro pastor, es un ejemplo a seguir e imitar en todos los momentos de nuestra vida terrena, tanto a nivel individual como de esposos, porque como Dios es nuestro pastor y custodio, también cada uno de nosotros debe ser el custodio de su cónyuge, «bien precioso» por la vida para alcanzar juntos la santidad en un camino diario hacia la vida eterna. Amén
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Yo les doy la vida eterna a mis ovejas.
✠ Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno».
Palabra del Señor.