Por: Filippa y Gino Passarello (Alleanza di famiglie).
La palabra de este domingo nos advierte de dos peligros: juzgar y marginar a las familias que consideramos «alejadas», o que simplemente no forman parte de nuestro círculo, y escandalizar con nuestra vida a quienes esperan de nosotros un testimonio de amor y de coherencia. El amor auténtico siempre viene de Dios y no pocas veces recibimos, de familias que consideramos alejadas o «irregulares», un testimonio de amor generoso, de entrega, de apertura a los demás, que hace palidecer, ante Dios, nuestras prácticas de piedad, a veces formales y estériles.
El papa Francisco nos invita a ser abiertos y acogedores, a promover y valorar el bien que hay en cada familia; nos invita a anunciar con nuestra vida conyugal que el amor humano por sí solo no basta, sino que hay algo más, capaz de decir el «para siempre» del amor, capaz de reconstruir lo destruido desde los cimientos, de volver al camino después de cada contratiempo. A nuestras familias, consagradas por el sacramento del matrimonio, se nos ha confiado la tarea de mostrar la alegría de un amor que va más allá de nuestros límites, una presencia que acompaña nuestro camino y se convierte en alimento, apoyo, luz, y esperanza incluso en el cansancio y en la intemperie de la vida. Tenemos la tarea de anunciar la locura de un Dios que anhela unirse a sus criaturas y que sigue ofreciéndose a sí mismo, haciéndose pan para que todos puedan tener experiencia de lo infinito.
La Palabra nos advierte: somos ocasión de escándalo cuando la comprensión, el respeto, la acogida, la misericordia y el compartir ceden el paso a la prevaricación, a la dureza del lenguaje y de las acciones, a los celos, a la sospecha y a la indiferencia. Somos ocasión de escándalo cuando nuestra vida niega nuestras palabras, cuando no respondemos a la llamada recibida de ser el rostro del amor en el mundo, cuando no permitimos que el amor habite en nuestra relación conyugal, cuando no somos «evangelio», buena noticia, para los que están en las tinieblas y en el extravío, cuando no somos capaces de subir a la cruz, como Jesús, para entregarnos, el uno al otro, sin condiciones.
Que el Espíritu nos conceda amarnos con su amor, perdonarnos con generosidad, hacernos cargo de las limitaciones de nuestro cónyuge; que nos conceda un lenguaje suave y respetuoso; que nos enseñe a poner nuestro «ser uno» por encima de los bienes materiales, a cultivar el amor entre nosotros como la herencia más preciosa para nuestros hijos, a cortar de nuestra vida todo aquello que nos impide amarnos como Jesús ama a su esposa.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
𝘌𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴, 𝘦𝘴𝘵á 𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳. – 𝘚𝘪 𝘵𝘶 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘵𝘦 𝘦𝘴 𝘰𝘤𝘢𝘴𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘤𝘢𝘥𝘰, 𝘤ó𝘳𝘵𝘢𝘵𝘦𝘭𝘢.
✠ Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: «Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos». Pero Jesús le respondió: «No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
Palabra del Señor.