Por: Daniela y Giuseppe Gulino (Allenza di famiglie)
Primer domingo de Adviento: entramos en el tiempo de espera, en el tiempo de la esperanza, en el tiempo de la gracia. En el evangelio, el patrón se va y deja todo en manos de sirvientes. ¿Cómo podemos custodiar los grandes dones de Dios en nuestras pobres manos? El texto propone dos actitudes: velar y estar preparados al poner atención.
Velar porque no está todo aquí, sino que llega la plenitud. Velar porque los cónyuges tenemos una perspectiva, una dirección, una meta y no podemos dejarla escapar, no podemos rendirnos ante nuestras luchas diarias, no debemos permitir que la noche se apodere silenciosamente de nuestro corazón, porque tenemos una esperanza que no decepciona, una esperanza que es certeza.
El Señor nace, nace en nuestro matrimonio y lo renueva, lo fortalece; nace y anula toda distancia. Pero es necesario vivir a plenitud este tiempo presente de importante y ansiosa espera.
El segundo verbo es poner atención, poner atención a las palabras, a los gestos y a las actitudes. Todo requiere atención, mi cónyuge, mis hijos, mi familia. Es necesario que yo ponga atención, atención a los silencios, a las lágrimas, a la profecía, a las preguntas mudas y a la riqueza de aquellos que Dios me ha dado. Poner atención es custodiar y cuidar, proteger.
«Cuiden a sus familias y manténganlas alejadas de las maquinaciones del maligno mediante la presencia de Dios en ellas. Protéjanlas y cuídenlas a través de la oración y del diálogo, de la comprensión mutua y del perdón, de la honestidad y de la fidelidad y, sobre todo, de la escucha. Escúchense con los oídos, con los ojos, con el corazón, con la boca y con las palmas de las manos, y mantengan alejado de su hogar el rugido del ruido del mundo, porque es como una tormenta furiosa y una ola violenta que, una vez que entra en la casa, barrerá todo y dispersará a todos. Preserven el calor de la familia, porque el del mundo entero no puede compensarlo» (San Charbel).
EVANGELIO
Mc 13, 33-37
𝘝𝘦𝘭𝘦𝘯, 𝘱𝘶𝘦𝘴 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘯 𝘢 𝘲𝘶é 𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘢 𝘢 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘥𝘶𝘦ñ𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘴𝘢.✠ Del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta».
Palabra del Señor.