El amor que Dios nos pide dar, se ha de realizar con signos concretos

El amor que Dios nos pide dar, se ha de realizar con signos concretos

Por: Rosa María y Giorgio Middione (Alleanza di famiglie)

El Evangelio en Familia

DOMINGO 2 DE JULIO 2023

El pasaje evangélico de esta semana nos ofrece varias ideas para la reflexión mientras el Señor da instrucciones a los discípulos para la misión a la que están llamados a construir su reino y anunciar el Evangelio. En su enseñanza de hoy, Jesús nos invita una vez más a amar, pero esta vez a amarlo más que a todos, más que a nuestros propios seres queridos.

Esta página bíblica nos insta a reflexionar sobre cómo vivimos nuestras relaciones afectivas que son importantes pero, no lo olvidemos, que también son un don de Dios: no nos pertenecen y no somos dueños de ellas.

De hecho, los lazos humanos pueden ser lugares de estorbo y de esclavitud para el «florecimiento» de la persona que Dios pone a nuestro lado; pueden, de hecho, volverse asfixiantes, excluyentes, idólatras para nosotros y podemos llegar a atribuir a nuestros seres queridos (padres, cónyuges, hijos) un papel de divinidad a adorar, llevándonos con el tiempo a estructurar relaciones de dependencia, basadas en el poder en el que se alimentan las expectativas por miedo a defraudar o ser defraudado por el otro y, en consecuencia, arrebatarle la libertad al corazón.

Todo esto no está en consonancia con la actitud acogedora y caritativa con la que Dios nos pide que vivamos nuestras relaciones personales.

Jesús, hoy nos invita a ponerlo en primer lugar y a considerarlo como modelo, para que pueda ser un ejemplo para nosotros para amar como él.

Quien acoge en su vida al prójimo más cercano, ya sea un cónyuge, un hijo, un familiar, un amigo o un colega, habrá acogido al mismo Cristo; el discípulo debe vivirlo todo a partir de Cristo, porque el vínculo que creamos con Dios anticipa y pone los cimientos sobre los que edificar todos los demás vínculos.

Las relaciones significativas con nuestros seres queridos, incluso con nuestro cónyuge, deben estar subordinadas a nuestra relación con Jesús, no porque sean menos importantes sino, simplemente, porque solo en Cristo, solo en Él, todas nuestras relaciones afectivas encuentran el justo valor y sentido.

Cuando Jesús en este pasaje nos pide que lo amemos por encima de cualquier otra persona, no quiere quitarnos o disminuir nuestros afectos, sino que quiere recordarnos que el amor que alimentamos hacia Cristo es la base y la certeza para poder amar al prójimo segunda verdad.

Sólo si somos capaces de amar a Dios con todo nuestro corazón, entonces podremos amar con la misma medida a todas las personas que Él pondrá a nuestro lado en el camino de nuestra vida. Por tanto, cuanto más amemos a Jesús, más amaremos a nuestro cónyuge, a nuestro hijo ya las personas queridas.

Elegir dar prioridad a Jesús significa reconocer que Él nos da un Amor único que nadie más puede darnos y que todos los demás amores nacen de este Amor divino.

El Evangelio prosigue luego enunciando lo que todo discípulo está llamado a hacer para seguir a Jesús.

Después de haber dado el justo peso y orden a los propios afectos, cada uno de nosotros está llamado a tomar la propia cruz, aceptándola para volver a recorrer con Cristo lo que Él mismo sufrió.

Estamos llamados a abrazar nuestras dificultades, nuestras pruebas con Fe, aferrándonos a Cristo y sólo así la cruz, sea cual sea, ya no será fuente de desesperación, sino que podrá convertirse, para cada uno de nosotros, en oportunidad de conversión. y crecimiento espiritual.

Estos son los fundamentos sobre los que orientar nuestra vida de cristianos que elegimos, en el día a día, poner en práctica el mandamiento del amor: ¡Darse al prójimo! Un acto que implica hacerse a un lado, descentralizar, dar espacio al otro.

Seguir los pasos de Cristo dando la vida por amor, en su nombre; cuando, de hecho, en el pasaje que nos dice «Perder la vida», se refiere precisamente a esto… darse al prójimo y a Dios… y en el acto de perder la vida por el otro y para Dios, se encuentra la vida… la verdadera.

Este amor que Dios nos pide que demos se puede realizar con signos concretos, gestos que expresan lo que siente nuestro corazón. Simbólicamente, el «dar un vaso de agua» mencionado en el pasaje puede tener muchos significados, como cuidar, prestar atención, acoger y sofocar el sufrimiento, la necesidad de quien tiene necesidad y quiere ser refrescado en su sed, que puede ser de diversa naturaleza.

El Señor, por tanto, hoy nos invita a mirar a nuestro prójimo más cercano, a nuestro cónyuge, a nuestros compañeros de camino, abriendo nuestro corazón para captar y acoger su necesidad y reconocer su sed para saciar su sed con el amor nuestro, como hace Cristo con nosotros.

Señor Jesús, te pedimos que pongas en práctica lo que quisiste decir hoy a nuestra vida de casados. Danos ojos para ver con tus ojos amorosos y misericordiosos, oídos para oír y conocer la sed de mi esposo, corazón para colmarlo de tu amor y de tu benevolencia y manos trabajadoras para que sirvan para saciar su fatiga, consolar su alma y saciar su necesidad de amor. Amén

(Traducido del original en italiano).


EVANGELIO
Mt 10, 37-42
El que no toma su cruz, no es digno de mí.

✠ Del santo Evangelio según san Mateo.}

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.

Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa».

Palabra del Señor.

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