Dios da generosamente su amor y su palabra a todos, con la esperanza de que genere vida en nosotros

Dios da generosamente su amor y su palabra a todos, con la esperanza de que genere vida en nosotros

El Evangelio en Familia

DOMINGO 16 DE JULIO 2023

Por: Magdalena y Carlos AltamiranoMorales (DIFAM ZacatecasAlleanza di famiglie).

El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús mientras transmite su palabra en la parábola del sembrador y explica su significado a sus discípulos, a nuestras familias.

La primera imagen es la de un sembrador poco convencional, un sembrador pródigo, que arroja semillas por todas partes, sin discriminar y sin exigir rendimiento igual por su trabajo, pero con el anhelo de que toda semilla pueda germinar y generar una planta viva, incluso en el sitio más improbable. Es la imagen de Dios, que da generosamente su amor y su palabra a todos, con la esperanza de que genere vida en nosotros.

De inicio, esto nos lleva a cuestionarnos si, a su imagen, nosotros damos nuestro amor a todos del mismo modo, como Dios lo hace; o si, por el contrario, actuamos por interés, somos calculadores, y dirigimos nuestra atención y nuestros esfuerzos sólo hacia aquellas personas que consideramos que nos devolverán más a cambio, incluso dentro de nuestras familias.

Lo segundo a notar en la parábola es la diversidad de terrenos sobre los cuales cayeron las semillas, que corresponden con los diversos grados en que escuchamos y acogemos la palabra de Dios, palabra capaz de generar la vida divina en nosotros. Advertimos que podemos oír la palabra, pero no entenderla y por ello perder lo sembrado en nosotros; o que podemos oír y entender la palabra, pero no acogerla ni enraizarla y por ello perder la vida que surge de ella al primer problema; o que podemos oírla, entenderla y acogerla de inicio, pero no dejarla crecer por las múltiples preocupaciones y distracciones de la vida; o finalmente, que podemos también oírla, entenderla, acogerla y permitirle dar el fruto de una vida plena, que a su vez contribuye a generar y esparcir nuevas semillas.

Esto nos invita a preguntarnos si estamos realmente dispuestos a acoger la gracia que Dios nos da con su palabra y sus sacramentos, incluido el matrimonio, pero también a cuestionarnos si somos capaces de dirigir nuestra atención y nuestra escucha hacia nuestro cónyuge, hijos y otros miembros de nuestra familia. ¿Escuchamos atentamente a nuestro cónyuge y a nuestros hijos? ¿Entendemos lo que nos comunican? ¿Es importante para nosotros y lo acogemos? ¿Le damos el tiempo suficiente a nuestras relaciones, y tratamos de eliminar las preocupaciones y distracciones que las pueden sofocar, para permitirles dar fruto?

Pidámosle entonces al Señor que no se canse de sembrar y que nos dé siempre de su agua.

EVANGELIO
Mt 13, 1-23
𝘜𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘢𝘭𝘪ó 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘮𝘣𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘢 𝘴𝘦𝘮𝘣𝘳𝘢𝘳.
✠ Del santo Evangelio según san Mateo
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
«Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga».
Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?«
Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero dichosos, ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes, lo que significa la parábola del sembrador.
A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta».
Palabra del Señor.

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