Por: Soraya y Michele Solaro (Alleanza di famiglie).
La ascensión de Jesús nos permite cambiar la perspectiva desde la que vemos nuestra vida, nos hace alzar la mirada hacia el cielo, permitiendo que nuestros corazones vislumbren una nueva esperanza.
¿Desde qué perspectiva las familias observamos nuestra vida hoy? ¿Vemos ante nosotros un horizonte de esperanza o más bien parece que hemos perdido el camino indicado por Jesús?
Es casi inevitable que nos enfrentemos a muchas situaciones que requieren atención; algunas importantes, otras menos, y otras, incluso, invaden prepotentemente nuestro espacio doméstico, nos roban el tiempo de compartir en familia y nos distancian, alimentando egoísmos, frustraciones y decepciones, ocupando el lugar de la esperanza.
La familia conoce el lenguaje del mundo, tiene las mismas herramientas, lugares y tiempos que tiene la sociedad y, por tanto, dispone de muchas oportunidades de encuentro. Por su naturaleza, es también el cenáculo de la espera y del anuncio, lugar en el cual se experimenta el amor recibido y dado, que es capaz de expandirse, de ensancharse, de salir, de llegar a cualquiera, porque irradia lo que experimenta. En este sentido, la familia, dentro y fuera, es portadora de esperanza.
Sí, queridas familias, nuestra esperanza no defrauda, siempre es actual, siempre capaz de recrear, de reconstruir, de levantarnos, porque el Espíritu Santo nos la revela, haciendo eficaz y misionero el encuentro con Jesús.
Nuestras familias, nuestros hogares, pueden convertirse en lugares donde «invocar» y «esperar» el «poder de lo alto» con el que ser «revestidos» y las gracias con las cuales ser transformados en instrumentos de salvación para quienes, tal vez, ya no se atreven siquiera a mirar más allá de sí mismos, más allá de las propuestas artificiales de la estandarización de masas, pero que en lo más profundo de su ser sienten el incesante y eterno llamado del infinito, que solo Dios puede colmar.
Propuesta. Detengámonos un momento, hagamos un momento de silencio y esperemos que el silencio se convierta en escucha. Dejémonos inundar por el amor que Dios quiere derramar abundantemente en nuestros corazones. Contemplamos el lugar de nuestra alma en el que Él nos encuentra y nos habla, y nos hace experimentar el ser hijos amados, matrimonio misionero, familia que sabe acoger.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo.
✠ Del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: «Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto». Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.
Palabra del Señor.