Por: Magdalena y Carlos Altamirano-Morales (DIFAM Zacatecas – Alleanza di famiglie).
Jesús nos ha mostrado el amor del Padre, en el don total que hace de sí mismo —sin pedir nada a cambio—. Sin embargo, entre los que se aman, el amor debe ser recíproco. Quien recibe amor se siente satisfecho sólo si puede corresponder de alguna manera al amor recibido, y no queda como un eterno deudor. Solos, somos incapaces de responder al amor perfecto e infinitamente grande de Dios, por eso Jesús, ante nuestras dudas sobre nuestra capacidad de responder adecuadamente a tal amor, antes de volver al Padre, promete que el mismo Padre nos enviará, en su nombre, al Consolador, al Defensor, que nos ayudará, nos enseñará y nos recordará todas las cosas que Él nos ha dicho, animándonos a cumplir su palabra, a hacer su voluntad, encontrando así la manera más adecuada de responder y de demostrar nuestro amor por él.
A través del Espíritu Santo, Dios nos envía y comparte con nosotros su propio amor, para que podamos responderle con un amor similar. Ya no hay excusas. El Espíritu Santo es quien guía y mueve a la Iglesia en sus decisiones —como se menciona en la primera lectura— y es la gloria de Dios, y la lámpara del Cordero que ilumina la ciudad santa —segunda lectura—. Y es el Espíritu Santo quien debe guiar nuestros matrimonios y nuestras familias, pequeñas iglesias domésticas y regalos preciosos del Padre.
Dios nos invita así a no temer a los retos que se presentan todos los días en nuestras familias. Sabemos que nuestro amor es aún imperfecto, y que, a pesar de nuestros buenos deseos e intenciones, podemos estropear todo en un momento. Sin embargo, nos ha prometido su Espíritu y el poder amar como él ama, y Él siempre cumple su promesa. Pidamos a Dios que nos envíe prontamente, una vez más, su Santo Espíritu.
EVANGELIO
El Espíritu Santo les recordará todo cuanto les he dicho.
✠ Del santo Evangelio según san Juan 14, 23-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho. La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: “Me voy, pero volveré a su lado”. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean».
Palabra del Señor.