El amor es pérdida, entrega, confianza, gratuidad, apertura, espera sin pretensiones

Por: María y Sebastiano Fascetta (Alleanza di famiglie).

La parábola evangélica de este domingo 33 del tiempo ordinario es una invitación para «trabajar» en las relaciones con el objetivo alcanzar la plenitud, para humanizarnos al interior de la experiencia conyugal, familiar, social y comunitaria. Dios confía la vida y su amor a nuestras «capacidades». Son diferentes para cada miembro de la pareja, pero ambas necesarias para ese «trabajo» humano y espiritual que requiere el amor. De hecho, el amor es un arte y no un mero sentimiento. Debe desarrollarse, como los talentos de la parábola. El riesgo es esconder el don del amor bajo tierra, guardarlo en una caja fuerte y pensar que ya lo hemos conseguido todo y que ya sabemos todo sobre nuestro cónyuge.

El siervo definido como «malo y perezoso» es aquel que afirma saber. Cree saberlo todo sobre su maestro y por eso esconde el talento por miedo. No se esfuerza por crecer humanamente ni cumple con su vocación humana. Lo mismo ocurre en la vida matrimonial. El amor no es algo dado, no es una realidad estable e inmóvil sino dinámica, que debe «ganarse» cada día y hacerse «fructífera» en cada momento. El siervo «perezoso» piensa en devolver a Dios el talento que ha recibido, pero Dios no quiere que le devolvamos los dones que nos da, sino que nos atrevamos a ser creativos en el amor. La vida matrimonial no es un proyecto predeterminado por Dios, sino una aventura que debemos vivir como verdaderos protagonistas para activar esas capacidades y poner en circulación esos talentos necesarios para crecer como esposos. Dios no quiere que le demos nada a cambio. No es un contador. Él es un Padre. Es el esposo que ama a su esposa.

Dios ama. El amor es pérdida, entrega, confianza, gratuidad, apertura, espera sin pretensiones. Del mismo modo, los cónyuges no deben vivir en exigencias mutuas ni deben encerrarse por miedo ni juzgarse, sino salir a la luz, arriesgarse cada día juntando los talentos recibidos y hacerlos fructificar en el compartir recíproco y en la comprensión. El evangelio es una fuerte invitación a la creatividad del amor.

EVANGELIO
Mt 25, 14-30
𝘗𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘴 𝘴𝘪𝘥𝘰 𝘧𝘪𝘦𝘭 𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘰𝘤𝘰 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳, 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘢 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘴𝘦ñ𝘰𝘳.

✠ Del santo Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. [El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.]
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’. [Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo:
‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’. El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’».
Palabra del Señor.

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