Por: Magdalena y Carlos Altamirano (DIFAM–Alleanza di famgilie)
En el evangelio de este domingo, Jesús nos enseña que todo aquel que tiene una responsabilidad de liderazgo en la formación y en la vida espiritual de otros tiene que mostrar coherencia en su actuar, además de amar, servir y acompañar en todo momento a quienes guía. Si no lo hace así, corre el riesgo de caer en la tentación de buscar solamente el reconocimiento humano, que poco sirve al plan de Dios y que no llevará a la felicidad que se busca.
Todo esto es muy relevante en el matrimonio y en la familia, porque todos apoyamos en la formación y en la vida espiritual de los demás miembros de esta comunidad de vida y amor. Los cónyuges se ayudan entre sí en su formación, los padres guían a los hijos, y los hijos se apoyan entre sí y enseñan también a sus padres. Y, por si fuera poco, la familia como conjunto puede ser ejemplo de amor para otras familias.
Por esto, todos debemos ser conscientes de que nuestra tarea en la evangelización no se limita a la entrega de una enseñanza o de una verdad, con letra minúscula. Para facilitar verdaderamente el encuentro con la Verdad, debemos además actuar coherentemente, así como acompañar y apoyar a los demás en el camino del amor, enfocándonos en sus necesidades, más que en buscar ser reconocidos o en tener un lugar protagónico.
¿Cuántas veces los cónyuges y los padres nos contentamos con propagar máximas morales en la familia, pero ayudamos poco en las labores domésticas o en los problemas de los demás miembros de la familia? ¿Nos damos cuenta del valor que tiene nuestro tiempo, nuestra cercanía, nuestra ternura y nuestro acompañamiento para nuestros seres queridos?
Todos queremos lo mejor para nuestra familia. Por ello, apartémonos de la búsqueda de protagonismo y, en lugar de eso, dejémosle a Dios su lugar principal, tengamos confianza en su palabra y aceptemos que el amor —y no el honor, la ambición, el placer o el poder— es lo único que nos llevará a la felicidad, a nosotros y a nuestros seres queridos. Pidamos al Señor que nos conserve en su paz.
EVANGELIO
Mt 23, 1-12
𝘓𝘰𝘴 𝘧𝘢𝘳𝘪𝘴𝘦𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘺 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘢.
✠ Del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.