Señor Dios: En tu casa hay lugar para todos. En tu corazón, reservas un lugar especial para cada uno.
Por: Ivana y Giovanni Granatelli (Alleanza di famiglie).
Queridos hermanos y hermanas, queridos esposos y queridas familias amadas por el Señor, la liturgia de la Palabra de este domingo tiene como tema central el de las «bodas», y repite varias veces la imagen de la mesa, del banquete y de la fiesta nupcial. Dios Padre con tanto amor ha preparado el banquete de bodas de Cristo esposo con su Iglesia esposa, ha preparó una rica comida, un banquete de ricos platillos y suculentos manjares, de vinos excelentes y refinados. «Todo está listo, vengan a la boda», dice el Señor.
Con gran ardor y gran expectativa, Dios nos dirige hoy esta invitación. ¿Cómo responderemos? En el pasaje evangélico, a los invitados parece no gustarles la invitación, incluso la rechazan y prefieren volver a sus quehaceres y negocios, algunos indignados matan a los mensajeros del feliz anuncio.
Estamos ante una paradoja: por un lado está Dios, que desea compartir su proyecto de bien, paz y amor con sus hijos, y quiere estar en comunión con ellos y regocijarse junto a ellos por la eternidad; y por el otro lado están los hijos, que no aceptan la gracia y muestran que tienen un corazón de piedra, incapaces de acoger y corresponder su amor, y que están demasiado llenos para sentarse a la mesa puesta.
Muchos, incluso en nuestros días, llenan su vida de cosas inútiles, vanas e inservibles, llegando a veces hasta el disgusto. Pero nosotros, esposos y familias cristianas, aunque caemos y nos enfrentamos diariamente con nuestra frágil y pobre humanidad, conocemos bien y vivimos la belleza y la grandeza del amor nupcial, que se realiza plenamente por la gracia del sacramento del matrimonio. Incluso en medio de crisis e incertidumbres, límites, tensiones y heridas, guardamos un gran tesoro: somos custodios de un «gran misterio» de amor divino y humano y de una promesa viva de felicidad.
Dios nos pregunta: «¿También ustedes quieren irse? ¿También ustedes están llenos y no tienen necesidad de mí? ¿También ustedes quieren mantenerme fuera de su vida, ignorándome o sustituyéndome a la ligera?
Señor Dios: En tu casa hay lugar para todos. En tu corazón, reservas un lugar especial para cada uno. Iluminados por el Espíritu Santo, queremos decir «Aquí estamos, Señor». Estamos muy contentos de haber recibido la invitación a la boda, para participar del banquete. Nos sentimos honrados de haber sido elegidos y llamados a sentarnos como comensales alrededor tu mesa.
Gracias, porque somos hijos amados y elegidos. Mucha gente espera todavía la invitación, en las plazas, en las esquinas y en los cruces de las calles, en los suburbios aislados y remotos del mundo… Envíanos a nosotros, que ya hemos probado tu bondad, tu misericordia y tus maravillas, para que podamos decir con firmeza a los descorazonados, a los oprimidos y afligidos: «Vengan y vean qué bueno es el Señor».
Amén, Aleluya.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Mt 22, 1-10
𝘊𝘰𝘯𝘷𝘪𝘥𝘦𝘯 𝘢𝘭 𝘣𝘢𝘯𝘲𝘶𝘦𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘣𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯.
✠ Del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados».
Palabra del Señor.