El de la familia es un camino de continua transfiguración por obra del Espíritu Santo

El de la familia es un camino de continua transfiguración por obra del Espíritu Santo

Por: Filippa y Gino Passarello (Alleanza di famiglie)

La de este domingo es una de las páginas más bellas de todo el evangelio: Jesús, después de haber hablado a los suyos de la pasión que deberá afrontar, para ayudarlos a comprender lo que está por suceder y abrirlos a la esperanza, conduce consigo a Pedro, Santiago y Juan y se revela a sí mismo en toda su gloria.

Él conoce la debilidad de sus discípulos y comprende sus dudas y temores. Por eso, los conduce aparte, para que puedan contemplar su verdadero rostro, saborear la dicha y la intimidad de esa visión, confirmarse en la fe y escuchar la voz del Padre que los exhorta a seguir. Esta página interpela de manera muy particular a la familia. Es, en efecto, el rostro humilde de ese misterio de amor que ha impulsado a Dios a convertirse en esposo de la humanidad.

En el sacramento, el amor de los esposos se transfigura en el amor mismo de Jesús por su esposa, refleja la luz y anuncia la fidelidad. Y, dado que el sacramento es permanente, también el amor de los esposos, a pesar de su pobreza y fragilidad, manifiesta en modo permanente el rostro del Esposo e irradia su amor. Con la familia, Dios continúa revelándose a los hombres y llevando su mensaje de amor y esperanza: Dios está con nosotros y por nosotros, y nada podrá separarnos de su amor, como nos recuerda Pablo.

El evangelio de hoy nos ayuda a ver, más allá de las apariencias, la victoria del amor sobre los fracasos, de la luz sobre las tinieblas y los miedos, y nos ayuda a dar sentido al dolor y a las derrotas, porque nos hace entrar en la lógica de Dios y en su historia de amor.

El de la familia es un camino de continua transfiguración por obra del Espíritu Santo, que hace de cada gesto de amor el signo visible de la ternura infinita de Dios. Lo que llama la atención, en el episodio de la transfiguración, es que ocurre mientras Jesús está en oración. También para nosotros, los esposos, es necesario cada día subir al monte con Jesús, aparte, distanciarnos del mundo, de sus ruidos para estar con Él, escuchar su palabra, contemplar su rostro, y dejarnos iluminar por su luz.

El amor hace resplandecer los rostros de los enamorados. Así, estar con el Esposo, hace radiante y luminoso nuestro rostro de esposos y lo hace reflejo de su luz. Con Jesús, en la montaña, aprendemos a mirar nuestra historia desde una perspectiva nueva, descubrimos que nuestra fragilidad es, en realidad, nuestra fuerza, que la pobreza es condición para acoger la verdadera riqueza, y que morir a nosotros mismos se revela como fuente de vida nueva y de eternidad. Sólo si estamos con Él podemos convertirnos en signo de esperanza y caminar en el mundo con el cielo en la mirada y en el corazón.
(Traducido del original en italiano).

EVANGELIO
Mt 17,1-9.
𝘚𝘶 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘭.
✠ Del santo Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo». Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense y no teman». Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
Palabra del Señor.

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