Por: Maria y Sebastiano Fascetta (Alleanza di famiglie).
𝙀𝙙𝙪𝙘𝙖𝙧𝙣𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙚𝙣𝙩𝙧𝙚𝙜𝙖. El evangelio de este XXXII domingo del tiempo ordinario, creemos que puede educarnos en el arte de la entrega, tan fundamental dentro de la relación de pareja y, en general, al interior del espacio doméstico, familiar.
Entregar no es dar lo superfluo, lo que sobra, como hacen los fariseos y los ricos mencionados en el evangelio. Una riqueza ostentosa que genera presunción, superioridad, búsqueda de prestigio y de poder.
Estos son algunos mecanismos que también encontramos al interior de la relación matrimonial cada vez que queremos afirmarnos el uno contra el otro; todas las veces que presumimos tener razón, damos migajas de tiempo a nuestra pareja, con suerte solo después de haber hecho todas nuestras cosas, casi una sobra que no nos involucra y que no expresa en realidad pasión mutua.
Cuanto más creemos que somos ricos, capaces, maduros y perfectos, más incapaces somos de vivir la lógica de la entrega. Para entregar hay que ser pobres, es decir, conscientes de las propias limitaciones.
De hecho, Jesús pone como ejemplo de generosidad a una pobre viuda, que entrega poquísimo en comparación con lo superfluo de los ricos, pero lo hace con todo el corazón. Entregar significa amar con todo el corazón. Esto marca la diferencia dentro de la vida matrimonial donde todos los días realizamos gestos, a veces inconscientes, distraídos, apresurados para llenar momentos afectivos con superficialidad, preocupándonos por la cantidad de cosas por hacer y no por la calidad del corazón. La pobre viuda da poquísimo, pero lo entrega con todo el corazón. Su generosidad no está en aquello que entrega, sino en la forma en la que entrega.
La vida matrimonial se aridece cuando el corazón no arde más de amor por el cónyuge, cuando los hábitos y la monotonía de la vida cotidiana apagan la llama del amor y todo se reduce a una ayuda a pagar sin ganas, involucramiento, atracción ni fervor. Para reavivar la llama del amor debemos dar el corazón en nuestros gestos, dejar que el corazón hable, actuar con corazón, sin miedo, poniendo nuestra vida en juego por amor y en libertad.
La viuda entrega todo lo que tenía para vivir. Su gesto permanece para siempre y se convierte para Jesús en clave para leer su propia vida, porque también Él, en la cruz, ha entregado todo lo que tenía para vivir: a sí mismo.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más.
✠ Del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso». En una ocasión, Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor.