Por: Daniela y Giuseppe Gulino (Alleanza di famiglie).
«Vengan conmigo […], para que descansen un poco». Solo un corazón atento, sensible y bondadoso se da cuenta del cansancio del otro.
En el evangelio de hoy encontramos a un Jesús lleno de ternura y preocupación por los discípulos. Ellos regresan gozosos, felices, con deseos de compartir lo que habían hecho y dicho mientras estaban en misión, lo que sucedió, lo que sus ojos habían visto y sus corazones habían escuchado. Y, sin embargo, Jesús, al escucharlos, feliz por el éxito de su predicación, comprende su necesidad de detenerse, de reposar, de ser escuchados y consolados. Jesús sabe bien que durante la misión no se detuvieron ni un momento, ni siquiera para comer y como haría una madre, el Maestro se preocupa por ellos.
Nosotros también somos muchas veces así, nos ocupamos con mil cosas, corremos sin parar, pasamos de los niños a cuidar la casa, a arreglar; de los quehaceres dentro de casa a los que se hacen fuera de casa; de las necesidades de nuestra familia a la necesidad de Jesús que está en el mundo, en el corazón de nuestros seres queridos, en el corazón de nuestro prójimo, de nuestros hermanos; todas cosas importantes, necesarias e indispensables.
Sin embargo, Jesús quiere enseñarnos hoy que a veces tenemos que parar para poder reanudar. Debemos tomarnos un tiempo para nosotros, un tiempo precioso, un tiempo para poder leer un libro, un tiempo para dormir y descansar, tiempo para respirar la presencia del Maestro, para hablar un poco con él, para escuchar su voz, para mirarlo en los ojos de nuestro cónyuge, para apoyar nuestra cabeza en su pecho. Que este verano sea un tiempo para dejar que Jesús nos cuide, y que nosotros, esposos, aprendamos su misma compasión. Detengámonos y escuchemos las necesidades de nuestro cónyuge; hablemos con él con calma y en un tono tranquilo, usemos la dulzura y la atención que se merece.
«Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor». También nosotros estamos llamados a cuidar de los hermanos, a advertir su cansancio, a extenderles la mano, a darles una palabra de consuelo, todos somos «pastores» en el lugar y en la misión a la que somos llamados.
Y Jesús como buen Maestro nos enseña cómo hacerlo. Él también, que en todo nos dio el ejemplo, se apartó a un lado, a descansar, en silencio, a rezar y dialogar con el Padre; y solo después regresó para dedicarse a los hermanos que tenían necesidad de encontrarlo. Como el vivía en la presencia del Padre, hagamos también nosotros: vivamos en su presencia y encontraremos la paz.
Señor Jesús, tú que a tus discípulos cansados propones un poco de descanso, ayúdanos a comprender que sólo siguiéndote e imitándote a Ti, que eres el buen pastor, viviremos en la alegría y en la paz. Amén.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Andaban como ovejas sin pastor.
✠ Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: «Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.