Por: Lina y Dino Cristodoro (Alleanza di famiglie).
Jesús entra por tercera vez en una casa: primero, fue en la casa de Pedro, donde sanó a su suegra que comienzó a servir; luego en la casa de Leví el pecador, donde hizo el gran banquete; y ahora en una casa, sin decir cuál.
La casa es el lugar donde la familia vive y se reúne, donde se establecen relaciones, donde sus miembros se alegran y se solidarizan. Jesús se inserta en la dinámica familiar, asume sus costumbres y hábitos, y comparte muchas veces la mesa y las alegrías de la amistad.
La casa y la familia son también el símbolo y el corazón de la Iglesia. De hecho, «entrar en una casa» indica un espacio delimitado; los que están «adentro» pueden comprender las enseñanzas del Maestro, mientras que los que quedan «fuera» se condenan a la incomprensión y a la mala interpretación.
En esta casa, hay tanta gente que los presentes no pueden comer el pan. El pan es la vida: no se puede vivir sin pan. Sin embargo, no se come sólo para sobrevivir: en el pan está el trabajo, el esfuerzo, el sudor, la injusticia, el deseo; está toda la cultura del hombre. ¡El pan es el símbolo de la vida!
Pero no vivimos sólo para el pan, para los bienes del mundo, ni para trabajar y acumular riquezas. El pan y el trabajo sirven al hombre para vivir su propia vida dedicando tiempo a Dios y a la familia. Se necesita tiempo para comer y tiempo para vivir y disfrutar los regalos de Dios.
¡Cuántas cosas tendría que decir Jesús a las familias hoy, por el tiempo dedicado al pan que no sacia! Jesús ama a las familias y cada día, junto a nosotros y con nosotros, nos libera del mal.
En este lugar, la casa, Jesús es alcanzado también por «su madre y sus hermanos» que están fuera y lo buscan (cf. Mc 3,47-48). La respuesta de Jesús inicialmente nos sorprende, pero comprendemos que su verdadera familia tiene otros vínculos además de los de sangre. Sólo quien cumple la voluntad del Padre puede acoger a Jesús, estar cerca de él y ser familiar.
Ser familia inserta en la voluntad del Padre, ser hoy signo de contradicción, realizar el proyecto de Dios para la salvación de los hombres a través de una consanguinidad con Jesús que pasa necesariamente por «cumplir la voluntad del Padre»: ¡que este sea siempre nuestro modo de ser familia!
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Satanás ha llegado a su fin.
✠ Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-35
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco. Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: «Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera». Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno». Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo. Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: «Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan». Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor.