Por: Filippa y Gino Passarello (Alleanza di famiglie).
Jesús, habiendo concluido su misión en la tierra, antes de regresar al Padre, confiere a sus discípulos una misión, un mandato: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura». Ese mandato ha atravesado los siglos sin perder su frescura y su fuerza, y aún hoy interpela a cada bautizado para que el Evangelio sea anunciado a toda criatura.
También nosotros, los esposos, estamos llamados a llevar el anuncio del Evangelio que salva, antes que con la palabra, con nuestra vida, porque esta es ya signo del amor de Dios en el mundo, es «un «evangelio», una «buen noticia»» —como dicen los obispos— (DPF, n. 8), capaz de contar la grandeza de un Dios que por amor ha entragado a su Hijo y en Él nos ha devuelto la vida y la alegría.
¿A quién llevar el anuncio? ¿Quiénes son los paganos de hoy? Son los mismos bautizados, son los esposos cristianos que, a pesar de haber recibido el sacramento del matrimonio, no conocen su grandeza y no disfrutan de sus frutos espirituales. Sobre todo, estamos llamados a llevar el anuncio a tantas parejas heridas, en dificultades y en crisis, que han perdido el camino, que ya no creen en el amor, que han perdido la esperanza y que han cedido a la resignación. A ellos es a quien podemos y debemos llamar, incluso a través de la fragilidad de nuestra vida, como Pablo, pues cuando somos débiles, es cuando somos fuertes, cuando estamos dispuestos a perder la vida, la encontramos en plenitud, y cuando estemos cansados y oprimidos, es cuando podemos sacar, sin dinero ni gastos, alimento y fuerza, gracia y bendiciones del corazón traspasado de Jesús.
El Espíritu Santo que habita en nosotros nos enseña a amar, nos da un corazón nuevo y nos hace capaces de amar como Jesús ama a su Iglesia. Y los signos que harán eficaz nuestro anuncio son la capacidad de perdonarnos unos a otros, la acogida y el cuidado que sabremos darnos unos a otros, la fidelidad y la gratitud, la ternura de los gestos y la capacidad de justificar el límite del otro y de crecer en el respeto mutuo. Son los signos de la presencia del Espíritu capaz de hacer de cada familia un espejo de la belleza y del amor de Dios y de sembrar en el corazón de cada hombre la nostalgia de un amor mayor.
En un momento de tanta desorientación, el Papa Francisco invita a las familias cristianas a ser un faro para todas las familias que han perdido el rumbo y caminan sin una meta, para que puedan reencontrar el camino y llegar a un puerto seguro.
Danos, Jesús, tu Espíritu Santo cada día, para que se convierta en fuente de amor siempre nuevo en nosotros y nos enseñe la fidelidad a la oración, a fin de que podamos custodiar el don recibido y llevar el aroma de Cristo al mundo.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
✠ Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos». El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Palabra del Señor.