Por: Soraya y Michele Solaro (Alleanza di famiglie).
Jesús continúa amándonos como el Padre lo ama desde siempre. Esta es la primera afirmación que leemos en el evangelio de este sexto domingo de Pascua. El amor de Dios Padre nos llega a través de Jesús y Él nos ama con el mismo amor con el que Él es amado.
Nosotros, los matrimonios, relaciones consagradas habitadas por la Trinidad, anunciamos este amor haciéndolo visible al mundo. Es a partir de nuestra vida conyugal y familiar que, «permaneciendo» en Él, experimentamos la felicidad prometida para ser canales de esperanza, donde el desánimo y la resignación parecen prevalecer. Al recibir sacramentalmente la capacidad de amarnos como Jesús ama, estamos llamados a hacer visible este amor, a encarnarlo.
Las contrariedades en la vida matrimonial y las incomprensiones en la familia, son a menudo el resultado de nuestra dificultad para encarnar el amor. Cuántos buenos propósitos han fracasado porque sólo confiamos en nuestras propias fuerzas, por la falta de conciencia de que cada persona puede ser para el otro signo eficaz de un amor más grande. Si el amor no se traduce en disposición para perder algo, en hacer espacio, en donar tiempo y en revisar convicciones, prioridades y proyectos, sin recriminaciones ni reclamos, difícilmente podrá realizarse el verdadero bien para el otro.
Jesús encarna el amor del Padre para que podamos amarnos como «Él nos ha amado», dando su vida y haciendo efectivo el proyecto de salvación para el mundo entero.
Estamos llamados a vivir este amor en nuestras familias, un amor que no pide nada a cambio sino que lo da todo para que el otro tenga vida.
Danos tu Espíritu Santo, Señor, enciende en nosotros la nueva luz para reconocer tu amor, haznos capaces de corresponderle, haznos capaces de compartirlo, de hacerlo efectivo.
(Traducido del original en italiano).
EVANGELIO
Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos.
✠ Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros».
Palabra del Señor.